Las piraguas
Realmente no teníamos idea de cómo empieza un Intercambio Cultural hasta que bajamos del autobús y vimos a nuestros guías Emberá listos, vistiendo ropa tradicional, dándonos la bienvenida y diciéndonos que subiéramos a las piraguas tradicionales.
Las piraguas son largas canoas de madera, tradicionalmente hechas del tronco de un solo árbol y pasadas de generación en generación. Las piraguas de hoy en día mantienen la esencia de la tradición, pero están equipadas con un motor fuera de borda.
Nuestros guías nos entregaron nuestros chalecos salvavidas y nos sentaron en filas de 2. Tan pronto como estuvimos en el bote, estábamos listos para partir.
Estos chicos son verdaderos maestros en su arte. El paseo en canoa piragua fue seguro, divertido y entretenido, dándonos la sensación de que dejamos todas nuestras comodidades atrás para adentrarnos en la selva.
Durante tu viaje en piragua, verás cómo cambia el paisaje con intensos tonos de verde, sonidos y aromas de la selva que te sumergen en un estado de asombro perpetuo.
Este es un paisaje que cambia constantemente a lo largo del año. Y a diferencia de los bosques que vemos en otros lugares donde predominan ciertas especies, aquí verás tantas especies de árboles diferentes de un solo vistazo.
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Llegando a la comunidad Emberá
Tan pronto como descargamos nuestras piraguas, tenemos que hacer una pequeña caminata de unos 20 minutos. El terreno no es exigente en sí mismo, pero puede ser resbaladizo. Encontrarás una mano amiga a tu lado para ayudarte a superar cualquier obstáculo. Los Emberás han preparado el sendero, por lo que está muy bien mantenido, sin hierbas altas ni nada que pueda enredarte.
Después de la caminata, tendrás la oportunidad de sumergirte en la cascada del río Chagres, con aguas frescas y limpias y lo suficientemente profundas como para darte un pequeño chapuzón. Puedes sentarte en las rocas junto a la cascada para una ducha refrescante y una oportunidad de tomar excelentes fotos.
Pasarás entre 30 minutos y una hora en la cascada. Después de esta visita en nuestra ruta hacia la Comunidad Emberá, nos volvimos aún más ansiosos (y hambrientos) porque esta primera impresión fue tan perfecta, tan “intacta”, que simplemente aumentó nuestras expectativas sobre lo que nos esperaba al final de este camino.
Esta primera impresión fue tan perfecta… que aumentó nuestras expectativas.
Después de la cascada, tuvimos que caminar un poco más para llegar a la comunidad y nunca imaginamos lo que venía a continuación.
¿Escucho…tam-tambores?
La caminata no fue tan larga, tuvimos que cruzar agua, mojarnos los pies, pero todo es parte de la aventura. Después de unos minutos, el paisaje cambió nuevamente, sonidos de niños jugando, gente hablando y… ¿tambores?
Escuchamos tambores lejanos y empezamos a ver a las personas Emberá vestidas con ropa tradicional, con Parumas de colores brillantes, una tela de 3 metros de largo con hermosos diseños y algunos de ellos con tatuajes de Jagua, que son temporales y se producen a partir de una fruta de un árbol local.
Los Emberá son cálidos, amigables, bien hablados y respetuosos con los turistas. Tan pronto como llegamos al letrero, escuchamos a muchas personas dándonos los habituales “Buenos días”.
Unos pasos más y pudimos oler algo dulce, pero no lo reconocimos al principio, aunque sabía que iba a ser delicioso.
Bailando con los Emberás
Tuvimos talentosos músicos tocando instrumentos tradicionales. Al principio, estábamos como … no sé, puede que no baile. Déjame decirte, es imposible no bailar. Los Emberá te sacan a la pista de baile y después de calentar y sin darnos cuenta, estábamos bailando, riendo y pasándola de maravilla.
Incluso hice algunos movimientos impresionantes dejando a todos asombrados… pero nadie lo grabó. Pero créeme, recordé mis años de adolescencia cuando disfrutábamos el momento como si no hubiera un mañana.
El sabor de la cosecha
Cuando subimos por primera vez a una piragua, ya estábamos asombrados por nuestro entorno y ambiente. Pero fue durante el almuerzo cuando todos mis sentidos se unificaron para explotar juntos.
Nos sirvieron sandía fresca, plátanos, papayas y todo provenía de sus propios cultivos allí mismo en la comunidad, con fertilizantes orgánicos… bueno, la diferencia entre estas frutas y las que obtienes en el supermercado es que el sabor, la dulzura de cada fruta es algo que disfrutas en cada bocado como si fuera la primera vez que las probaras.
Para el “plato” principal nos dieron tilapia frita de sus propios proyectos de acuicultura, y nuevamente, el sabor fue realmente delicioso. Este pescado frito se sirvió con plátanos verdes fritos conocidos como “patacones pisa’os”, una versión panameña de “fish and chips”, ¿no es así?
